Al rescatarla, descubrió el compartimento de la tarjeta de memoria abierto, lo que había permitido que entrase aún mas agua en la delicada estructura de la cámara. Sacó las pilas, y trató de secarla como pudo. Con ayuda de su profesor, hicieron pasar aire comprimido a través de la cámara, la dejaron al sol y sobre una estufa, y finalmente la ataron al limpiaparabrisas del coche para dar vueltas a 120 km/h por el desierto de Nuevo México.
Al insertar las pilas y la tarjeta de memoria, la cámara se encendió como si nada hubiera pasado. Pero el sensor, posiblemente dañado, ofrecía imágenes extrañamente coloridas, creando fotografías más parecidas a pinturas impresionistas.
"Incluso los objetos más mundanos y simples se hicieron sumamente hermosos y mejoraron; Cosas como el pavimento y suelos de azulejo, objetos simples como platos blancos y sillas ordinarias se convierten mágicamente en objetos de admiración".
Hoy se ha hecho famoso, vende sus fotos e incluso ha escrito un libro: “Mr Eaves And His Magic Camera” (“El señor Eaves y su cámara mágica”).
Si queréis ver mas imágenes de este afortunado fotógrafo o simplemente confirmar lo que os cuento, podéis acudir a su página web: http://www.farrelleaves.com/.
2 comentarios:
Bueno, esto es porque hace quince días no conseguí encontrar nada referente a este tio en el ordenador del grupo y quedé un poquito mal. Pero bueno, como podéis ver no me lo había inventado. JeJe.
Un saludo.
No dudé en ningún momento de tu palabra Mr Whirlpool, jajaja.
Eres un crack. Al final buscaste la revista (que por cierto pediste allí mismo por teléfono) y publicaste el artículo en cuestión.
Saludos y gracias.
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